Tras dejar definitivamente atrás la ciudad de Tromsø nos adentramos en territorio Sámi, conocido por la mayoría de nosotros como Laponia pero correctamente denominado Sápmi por sus habitantes. Este territorio se extiende por todo el norte de Noruega, Suecia, Finlandia y el noroeste de Rusia hasta la península de Kola. Actualmente hay aproximadamente 75.000 Sámis distribuidos por estas regiones, pero la mayoría de ellos se encuentran en territorio noruego.
Suponemos que la mayoría de vosotros, igual que nosotros antes de llegar aquí, no tenéis ni idea de quien son los Sámis.
Pues bien primero de todo vamos a intentar hacer una explicación sobre este pueblo, el último pueblo indígena de Europa quien desde hace unos 10.000 años habita estas zonas recónditas del norte del continente.
Los Sámis son un pueblo de origen nómada y que hasta la aparición de los estados tenían basada su sociedad en
Siidas, pequeños grupos de familias los cuales se repartían el territorio de la pesca y de la caza en función de las necesidades de cada familia, cuantos más eran más territorio les pertocaba. Otra de las actividades llevadas a cabo era y es la recolección de frutos y bayas, muy habituales por estas latitudes y que les servía tanto de alimento como de medicina.
La vida de los Sámis no tendría sentido sin la existencia del reno, inicialmente era su principal presa y sustento ya que de él se alimentaban, se vestían, bebían su leche y la utilizaban para hacer derivados.
En verano, el momento dedicado a aprovisionarse de alimentos para el duro invierno, vivían en
kotas temporales, pequeñas tiendas de estructura de troncos y recubierta por pieles, que les permitían desmontarlas con facilidad y así poder seguir a sus presas. Estas
kotas son muy similares a las tiendas que todos tenemos en mente de los indios americanos.
Durante el invierno, época de sociabilización, era el momento en que los miembros de las
siidas debatían sus problemas internos y se relacionaban con miembros de otras
siidas, las cabañas eran de mayor tamaño y solían utilizar para su construcción la misma estructura de troncos pero en este caso recubierta por pieles, tierra y vegetación, lo que ayudaba a aislar termicamente y sobrellevar mejor los gélidos meses invernales La foto pertenece al exterior del museo Sámi de Karasjok.
A partir del siglo XVI empezó la domesticación de los renos, cosa que cambio en cierta manera su estilo de vida, pues ahora ya no cazaban a renos salvajes si no que crearon una vida conjunta entre ellos y los renos, de esta manera podían utilizarlos además de para comer y vestirse, para transportar todas sus pertenencias y alimentos durante las migraciones y para que en invierno tiraran de los trineos.
En la actualidad la figura del reno continua siendo de gran importancia, un 15% de la población Sámi sigue dedicándose al pastoreo, aunque en vez de seguir sus migraciones como antaño hoy en día utilizan teléfonos móviles, motos de nieve y en ocasiones hasta helicópteros para recoger en invierno a los rebaños y llevarlos a los corrales. Prácticamente el 40% sigue viviendo directa o indirectamente de este animal. Otras principales fuentes de ingresos son la artesanía,
duodji, y el turismo. La foto esta tomada en el museo sami de Karasjok que muestra como se sigue llevando a cabo el pastoreo de renos en nuestro días.
Actualmente es difícil encontrar poblados de
kotas como los descritos en párrafos anteriores (alejándote de actividades turísticas y museos) pero es fácil encontrarte con
kotas en los jardines de las viviendas, probablemente utilizadas por los miembros de las familias para realizar sus celebraciones tradicionales. Lo más cercano a un poblado antiguo que hemos podido encontrar, pero en versión moderna, fue yendo hacía Kautokeino por tierras finlandesas. En medio de la nada divisamos un conjunto de barracones presididos por la bandera Sámi, rápidamente dimos la vuelta y fuimos a dar un paseo pudiendo ver claros signos de vida en el lugar, una parabólica vale más que mil palabras!