Desde que salimos de Holanda la lluvia nos ha perseguido hasta tierras Alemanas pero nos dio una tregua para poder visitar Bremen, el primero de los destinos que teníamos pensados visitar en nuestro paso fugaz por tierras Alemanas en dirección a Dinamarca.
Llegamos por la tarde y como siempre empezamos a buscar un sitio donde aparcar la furgo que no estuviera muy alejado del centro. Encontramos un buen lugar al lado del rio Weser, en una curiosa zona: Era como un pequeño pueblo dentro de la misma ciudad, dividido en parcelas rectangulares y de igual tamaño para todos con pequeñas casas de madera y jardín, organizado como si del mapa de un camping se tratara. Igual en su origen era un camping y con los años se ha ido formando esta curiosa comunidad. Os dejamos una foto de una de las casas, la más bonita que encontramos, para que os hagáis una idea de como era el lugar.
Cuando al fin dejó de llover aprovechamos para dar una vuelta por el parque que rodea todo el río, la verdad que un sitio muy tranquilo y agradable, lleno de gente corriendo, en bici o practicando remo y donde Ika y Tara pudieron disfrutar de unas buenas carreras por toda la zona ajardinada.
Al día siguiente amaneció más despejado y fue el momento de ir a visitar la ciudad. Bremen es conocida por el famoso cuento los músicos de Bremen de los Hermanos Grimm siendo el icono más conocido aunque hay varios motivos más para dedicarle un tiempo a visitar esta bonita ciudad.
Empezamos nuestro recorrido por el barrio de Schnoor, el más antiguo de Bremen. Antiguamente casa de pescadores y artesanos conocido también como el barrio rojo de la ciudad.
Una cosa que hemos aprendido en Holanda sobre los barrios rojos es que el origen de estos no es la prostitución como lo es ahora, si no que se le llamaba así porque las mujeres de los pescadores esperaban a las orillas del río o mar con farolillos rojos en sus manos la llegada de sus hombres.
Hoy en día este barrio conserva un aspecto medieval y esta repleto de tiendas y restaurantes aunque el paseo por sus calles y callejones escondidos entre las bonitas casas es realmente agradable.
Seguimos por el centro de la ciudad donde nos encontramos con mucho ambiente, las varias plazas donde se encuentra el ayuntamiento y las iglesias estaban repletas de gente y además el mercado de fruta y verdura daba colorido a la ciudad. Nos alegró ver de nuevo mercados en la calle ya que en Holanda brillan por su ausencia!
De nuevo nos reencontramos con los tranvias y el bullicio de una ciudad y durante nuestro paseo de golpe escuchamos: ¿Sóis vascos? No somos catalanes! respondimos. Y así empezó una larga conversación con nuestro amigo Mohamed, un marroquí de Erfud casado con una alemana que tras llevar 4 años instalado en Bremen no consigue entender la manera de pensar de los alemanes. Como dice él, son muy complicados!!
Realmente en un entorno lejano te das cuenta que tenemos mucho más en común con nuestros vecinos marroquis que con nuestros compañeros del norte de Europa.
Llegamos a Bremen sin saber saber muy bien que nos ibamos a encontrar y relamente nos llevamos una sorpresa muy grata. Es una ciudad preciosa que vale la pena visitar!!
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